Las formas de vivir y experimentar la sexualidad humana son amplias y diversas. Para tener prácticas sexuales seguras y placenteras es esencial acceder a información confiable que nos permita tomar decisiones informadas. Así mismo, toda práctica sexual debe estar basada en el consentimiento de las personas involucradas.
En este artículo hablaremos sobre las relaciones sexuales anales, un poco de su historia, algunas recomendaciones para su práctica y los riesgos que conlleva.
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El sexo anal en la historia
En los anales de la historia, se han encontrado evidencia de que el sexo anal es una práctica antigua. En América Latina se han encontrado esculturas de pequeñas figuras humanas que mantienen relaciones sexuales vaginales, anales y orales. Estas figuras pertenecían a sociedades prehispánicas que habitaban el continente americano antes de la conquista y colonización de los españoles (1).
Por ejemplo, se han descubierto en el noroeste de la Ciudad de México, donde habitó la cultura Tlatilco, pequeñas representaciones de figuras humanas teniendo relaciones sexuales, éstas datan del año 1000 a.C. (1).
También hubo hallazgos en la zona norte de la costa de Perú de esculturas de figuras humanas teniendo relaciones sexuales orales, vaginales y/o anales. Estas pequeñas figuras pertenecen a la cultura Mochica, y datan del año 700 d.C.(1).
En Colombia se ha encontrado una pequeña escultura en cerámica de la cultura Tumaco-La Tolita, en la que se representa a un hombre con dilatación anal (1).
En lo que respecta a Europa, hay registro de prácticas sexuales anales en la Antigua Roma. Si bien, los historiadores exponen que los romanos eran abiertos a diversas prácticas sexuales, había restricciones para esta práctica según el estatus que tenía una persona en la sociedad, de esta manera, la pasividad en los hombres, es decir, el ser penetrados analmente por otros se consideraba como una acto femenino y reprochable (2).
En la Edad Media debido a la influencia de la iglesia católica esta práctica era condenada, pues se consideraba que el sexo debía ser entre hombres y mujeres, y solo con fines reproductivos. Sin embargo, se especula que los clérigos, que se suponían célibes, tenían relaciones sexuales anales (3).
En la actualidad esta práctica no se considera reprochable, pero existen tabúes que estigmatizan este tipo de relaciones sexuales, por ejemplo, se cree que solo los hombres homosexuales tienen este tipo de encuentros, dejando de lado las experiencias de parejas heterosexuales o lesbianas.
También hay que anotar que la masificación de la pornografía contribuyó a que esta práctica se popularizara.
La anatomía del sexo anal
Antes de profundizar en las relaciones sexuales anales es importante reconocer y nombrar las partes cuerpo que intervienen para conocer las funciones y características que tiene cada una, estas son:
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el ano,
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el recto
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y el esfínter anal.
El ano es el orificio al final del tubo digestivo, por donde se evacua el material de defecación. Está compuesto por capas de piel -con terminaciones nerviosas que la hacen especialmente sensible- y por el intestino (4).
El recto es la parte final del tubo digestivo y está encima del ano; es una zona poco sensible. Y el esfínter anal, que es un anillo muscular que mantiene cerrado el ano y es controlado por el sistema nervioso autónomo, pero en parte también es posible contraerlo y relajarlo a voluntad (4).
¿Cómo tener relaciones sexuales anales seguras?
Luego de conocer las partes del cuerpo que se involucran directamente es preciso mencionar algunas pautas para procurar una práctica sexual segura y placentera.
En las relaciones sexuales anales son mayores los riesgos de transmisión de VIH, en comparación con las relaciones sexuales vaginales u orales (5).
La zona del recto y el ano es especialmente sensible, se pueden presentar fisuras o desgarros, y se pueden propagar fácilmente Infecciones de Transmisión Sexual, por esto se considera que esta práctica conlleva mayores riesgos. Por lo tanto, es muy importante el uso del condón desde el inicio hasta el final de la penetración anal (5).
Tres momentos que permiten una relación sexual satisfactoria
Para garantizar una adecuada penetración anal es necesario (3):
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Lubricación: el ano y el recto no segregan fluidos que faciliten la penetración, por esto la lubricación es fundamental en el sexo anal. Se recomienda el uso de lubricantes a base de agua para que no afecte la calidad del preservativo, también se recomienda su uso para prevenir rupturas en los tejidos internos del recto . El lubricante se usa antes de la penetración con el pene erecto o juguete sexual, y en el ano (3,5).
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Distensión implica la relajación de la musculatura anal, es decir, del esfínter anal. Se recomienda introducir lentamente un dedo o la punta del pene o juguete sexual, para ensanchar de manera paulatina y progresiva esta parte del cuerpo humano (3).
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Inicio de la penetración debe ser lenta para permitir que se produzca la dilatación de la musculatura anal y así evitar fisuras(3).
Sin lugar a dudas, el uso adecuado del condón es fundamental para una práctica sexual anal segura, así como el uso de lubricantes. En los últimos años se ha extendido la utilización de diferentes tipos de lubricantes, ya sea con efectos anestésicos que disminuyen el dolor al momento de la penetración, o hasta lubricantes que contienen aceite de CBD—componente principal del cannabis (9).
Para el caso del sexo oral-anal o anilingus, se recomienda usar un campo de látex y realizar una limpieza externo del ano (6).
Igualmente se aconseja lubricar los dedos antes de la penetración anal y evitar llevarlos luego a la boca o la vagina, y tener en cuenta que si se comparten juguetes sexuales con varias parejas es importante usar preservativo (6).
Cómo limpiarse para el sexo anal
Algunas personas prefieren usar un enema o duchas antes de tener relaciones sexuales anales porque se sienten más cómodas y pueden evitar sensaciones (y sorpresas) indeseadas. Un enema o ducharse es una técnica a través de la cual se introducen líquidos al recto a través del ano. Se hace con el fin de vaciar el contenido intestinal, limpiar el recto y el colon y/o para suministrar medicamentos. Se le puede llamar enema tanto al procedimiento como al instrumento que se usa para llevar a cabo esta acción (10).
Hay varios tipos de enemas según su función: enemas de limpieza, que son los más comunes y los que utilizarías antes de tener relaciones sexuales anales; después de usar este tipo de enema (o introducir la ducha suavemente en el ano para que un chorro de agua lo limpie), se expulsa la solución junto con materia fecal.
Atención: el uso el uso excesivo de duchas anales o enemas puede producir lesiones en la mucosa del recto, y generar un ambiente propicio para la transmisión de ITS (8). Introduzca los enemas con suavidad, no tan profundamente en el ano y con chorros de líquido no tan fuertes.
Riesgos de las relaciones sexuales anales
La zona del ano y recto son sensibles y se pueden producir fisuras al momento de la penetración que pueden favorecer la entrada de gérmenes u ocasionar hemorragias. También, la mucosa del recto tiene una considerable capacidad de absorción por lo que se puede aumentar la propagación de infecciones (5).
De este modo, además del VIH, se pueden contagiar otras infecciones de trasmisión sexual (ITS) como gonorrea, hepatitis (A, B y C), sífilis y herpes genital—estas dos últimas se contagian debido al contacto piel con piel. Sumado a esto, cuando se practican relaciones sexuales anales sin condón se pueden propagar a través de restos de materia fecal en el recto parásitos como la Giardia—que puede provocar infecciones en el intestino delgado y cuyo síntoma principal es la diarrea, amebas intestinales y bacterias como E. Coli. (3, 5).
En América Latina y el Caribe para el año 2015 se estima que había dos millones de personas con el virus del VIH. El 68% de los afectados son hombres y los países con más población afectada son Bahamas, Barbados, Haití y Jamaica (7).
Reducir los riesgos de VIH
Aunque el uso adecuado del condón es la principal recomendación para las relaciones sexuales anales seguras, se pueden incluir otros hábitos para evitar la transmisión de ITS.
Para prevenir el contagio del VIH se pueden tomar medicamentos y realizar tratamientos, como:
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Profilaxis Preexposición (PrEP): este tratamiento está indicado para personas VIH negativas con un riesgo alto de contraer VIH. El riesgo se puede reducir hasta un 90%. Adicionalmente, se deben utilizar otros métodos de prevención como el condón (5).
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Profilaxis posexposición (PEP): se utilizan en situaciones de emergencia y se debe tomar dentro de 72 horas después de la relación sexual. En este tratamiento se toman antirretrovirales para prevenir una infección después de una posible exposición al virus (5).
También hay tratamientos como la terapia antirretroviral (TARV), que se puede usar cuando se tiene la infección, y puede reducir el virus en la sangre. Este tratamiento puede disminuir hasta un 96% el riesgo de contagio a una pareja VIH negativa (5).
Para finalizar, el autocuidado y el cuidado a las parejas sexuales y contar con información accesible y veraz constituyen pasos esenciales para prácticas sexuales seguras y placenteras. La sexualidad humana constituye un amplio espectro de experiencias que pueden variar según las preferencias y elecciones de cada persona.