En los primeros años de las citas, la cara de nuestra pareja se ilumina al pensar en el sexo, nos dicen con los ojos que los ponemos calientes. El brillo de sus ojos golpea nuestro cuerpo, golpea nuestro centro, golpea nuestro ser. ¡Sentir que iluminamos su mundo es excitante!
El apego seguro comienza con la mirada amorosa de nuestra madre o padre, acunada en el hueco de su codo, ellos sonríen y arrullan porque somos de ellos. Más adelante en la niñez sabemos que pertenecemos y enorgullecemos a nuestros padres cuando lo vemos en sus ojos … no tanto por nuestros logros sino porque somos su hijo o hija.
En una relación romántica, deseo sexual que irradia del rostro y la mirada de nuestra pareja es un poderoso recordatorio de pertenencia, seguridad. Nos deleitamos en ser la persona que excita a nuestra pareja.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando nuestra pareja está dispuesta a tener relaciones sexuales pero no nos da esa profunda seguridad de que somos deseables con un brillo en sus ojos? ¿Podemos recuperarlo? ¿Cómo les decimos qué necesitamos de ellos para encender? Escuche cómo George y Laurie se comunican sobre cómo el deseo sexual está ligado a ser el brillo en los ojos de nuestra pareja.